Reconozco que estaba muy nerviosa
por la mañana. Mientras entraba al agua en la playa del Gros. Las olas eran
inmensas, al menos a mi me lo parecían, Para los locales era un día de surf
como otro cualquiera. Conseguí entrar y situarme para poder ver la serie de
olas, hermosas.
Al ir a coger la primera ola, se
notaba que mi cuerpo estaba resentido, después de cuatro meses… Me resbalé y al
agua. Caí en la zona de impacto, justo donde rompen las olas. Y por si ya había tragado poco agua,
llegó una serie de olas tremendas. Revolcón tras revolcón, comí espuma en
cantidades industriales.
Lo maravillosos, es que no
importa cuánto agua tragues, se vuelve al agua a remar y a esperar. Y Mientras
espero estoy sentada sobre mi tabla con el sol sobre mi cara, viendo el
cantábrico y a mi espalda San Sebastián, con su vida que no se detiene. Aunque
yo haya decidido congelar mí tiempo. En el agua absorta de todo lo que sucede a
mí alrededor. Creo que ese momento en el que espero la ola y en mi mente no hay
sitio más que para el mar, es lo más placentero que he experimentado hasta
ahora. Es una relajación que va más allá de lo mental y lo corporal pues estoy
alerta y con mis sentidos en el mar.
Es algo extrasensorial, supra
corporal, que para entenderlo hay que experimentarlo. No tengo conocimiento
sobre el estado del nirvana, pero tal vez para mí sea éste.
La tarde resultó mejor, a pesar
de la lluvia, de hecho eso fue lo que la hizo aún más genial. La marea estaba
bajando y las olas no venían tan crecidas como a la mañana. Me harté a coger
olas. Se oscurecía y llovía. Y cuando te subías en la ola veías el Cursal
iluminado en la avenida de la Zurriola.
Tan sólo eran las seis de la
tarde y allí ya era noche cerrada.
De todo esto solo hace una semana
que subí a Donostia, el fin de semana
del 7 al 10 de noviembre.
Ahora ya en Madrid, llueve y yo
en mi cuarto sentada en mi cama tratando de recrear la sensación del mar bajo
mi cuerpo, escribo mi viaje. Y en el Ipod suena “Sitting, Waiting, Wishing” de
Jack Johnson. No veo el momento de volver a la playa, enfundarme el neopreno y
armarme con mi tabla.
Realmente esto sentada, esperando
y deseando volver al mar.
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